Marie Kondo y María Pombo no lo harían mejor

CREÍ haber dicho algo el otro día sobre la pintura que abriga el Museo de Málaga pero releo esas líneas y veo que aún no he dicho nada. O nada sobre dos o tres cuadros con barullo o con embrollo o como se diga.

Etnopornografía colonial

DE estos Príncipes árabes del pintor Morcillo, del que Buñuel cuenta una anécdota deliciosa sobre su morcillismo (está en la pagina 200, hablando en números redondos, de este libro), he visto que un estudio en línea lo califica de etnopornografía colonial. Tampoco creo que sea necesario leer el estudio entero para echarse unas risas, basta con mirar la imagen.


Como el ratón con el gato


PARA entender este acertijo del pintor Ferrándiz hay que leer la cartela que lo acompaña: «Esta composición alegórica nos remite a un episodio biográfico del autor, quien, poseedor de un fuerte carácter, tuvo un violento encuentro con el arquitecto local y como él académico, Juan Nepomuceno Ávila. El incidente acabó en encarcelamiento y juicio para Ferrándiz, que quedó muy conmocionado por lo sucedido. Perdida también por esta causa la dirección de la Escuela de Bellas Artes de San Telmo y tras su desprestigio social y personal, el antaño altivo artista se representa como el esqueleto de un gato. Y entonces es cuando el enemigo declarado y más pequeño del felino, el ratón, corretea sin miedo entre sus restos». Pintar un cuadro para poder llamar ratón a su enemigo, cosas veredes.

Los libros lo vuelven loco a uno

NO creo que Marie Kondo y María Pombo sean la misma persona a pesar del alcance de nombre y del hecho de que ambas combatan la acumulación de libros. A propósito de esto leí el otro día al crítico Echeverría decir que no se trata de cuánto hay que leer sino de qué hay que leer. Con lo que podría estar más o menos de acuerdo salvo si me refiero a la lejana juventud y recuerdo cómo leían los amigos: los había que leían siguiendo un canon y otros que lo hacían al soberano tuntún. No tengo nada contra los primeros pero compruebo que los lectores al tuntún (un día los dejabas leyendo a Schopenhauer y al día siguiente los encontrabas leyendo a los Testigos de Jehová) eran más llevaderos porque los otros tendían a ser prescriptivos. No es que prescribieran desembozadamente, que también, sino que prescribían con la mente

En estas cosas pensaba mirando este cuadro de José Moreno Carbonero, El Escrutinio. Con buen ojo, Montano asoció la escena con el donoso y gran escrutinio del Quijote, en el que un comité central formado por la sobrina, el ama y el barbero y presidido por el cura escruta la biblioteca de Alonso Quijano y la va despojando de sus flores del mal, de los libracos narcóticos a los que acusa de volver loco al bueno de don Quijote. Marie Kondo y María Pombo no lo harían mejor.

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