El río del niño Pascalet
AL FINAL del paisaje que se despliega donde vive el niño Pascalet corre un río que nace en los Alpes y desemboca en el Ródano. En cuanto se ausentan sus padres y Pascalet queda al cuidado de una tía vieja se escapa para conocerlo. Lo que vivirá en él será lo que se suele llamar un rito de paso, la aventura exigida para dejar atrás la niñez. En el caso de Pascalet, éste la vivirá siguiendo la estela de un pescador taciturno, Bargabot, y en compañía de un niño de su edad de etnia gitana, Gatzo.
Como se ve, a la historia no le falta materia ni personajes ni al río le faltan islas y remansos y riberas. Ni peces y pájaros e insectos y mamíferos que lo frecuenten. O lo hacían hace más de cien años: el libro fue publicado en el 45 y el narrador cuenta un episodio de su infancia.
Todo esto recuerda al Misisipi de Huckleberry Finn, aunque en el caso de la novela de Bosco estamos en el sur de Francia y el francés del escritor es precioso de tan preciso. La amistad de Pascalet y Gatzo, por su parte, puede recordar en cierta medida la de Reunión de Uhlman, pero todas las amistades infantiles y juveniles, las que se cuentan y las que no, suelen ser apasionadas y algunas incluso apasionantes. Esta lo es de principio a fin. El libro podrá caer y caber en la categoría de la literatura juvenil o infantil, pero en este caso eso no tiene ninguna importancia.
