El bofetón de Brigitte Macron

NADA le gusta más al ser humano que poder ver lo que en principio se esquiva a la mirada y queda oculto detrás de una puerta cerrada. No sólo en eso los humanos nos parecemos a los gatos y a los monos.

Digo esto por los ríos de risotadas que estará desencadenado la bofetada o el bofetón que Brigitte Macron le propinó a su presidencial marido detrás de la puerta del avión presidencial que aterrizaba hoy en Hanoi. Puerta que se abrió justo cuando había una cámara enfocando.

El poco respeto que a Macron le tenían ciertos machos alfa imitadores de Trump y de Putin (después de todo el francés es el comandante de la principal fuerza de disuasión nuclear en Europa continental) habrá volado por los aires. 

Se equivocan. No saben de qué es capaz un hombre humillado.

En Tintín, ya sabemos que todo está en Tintín, el temible general Alcázar, autócrata atrabiliario, sólo baja el moño delante de su mujer, que lo tiraniza de la misma manera que él tiraniza a sus gobernados. 

Además, se sabe que Macron conoció a su mujer en el colegio, donde él era el alumno y ella la profesora. Y eso no lo cambia una elección presidencial ni tampoco dos. 

A la tercera, Macron no podrá presentarse no tanto por imperativo constitucional sino por el bofetón que le propinó Brigitte Macron.

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