La inversión de la pirámide invertida
MUCHAS cosas han cambiado de entonces ahora y de allá para acá.
Hay una por la que empujé un poco cuando cabrito y que ha terminado cayendo por otras razones. Me refiero a la pirivuelta que se ha dado la pirámide invertida. Enseñaban en las escuelas de periodismo que la redacción de una noticia debía respetar esta jerarquía: arriba lo principal, los abundamientos al centro y al final los detalles. Buenas razones explicaban esta modalidad que por lo esencial era una herencia del periodismo de tipo tipográfico. Una pagina de periódico era un espacio físico que se iba llenando con el cuerpo de las noticias. Cuanto estas entraban en colisión, a la hora en que escaseaba el espacio, mayormente a la hora del cierre de la edición, el tipógrafo cortaba por lo sano, es decir que cortaba por abajo. Por lo tanto había que salvar la conclusión poniéndola en el primer párrafo. Y sacrificar la calderilla dejándola a la zaga.
Los que fungíamos de renuentes a esta sacrosanta regla la considerábamos aburrida por previsible y oponíamos que al lector y a la lectora había que sorprenderlos. Y lo intentábamos con un éxito tirando a relativo. Lo que no previmos, porque tampoco éramos adivinos, es que medio siglo más adelante, ahora, el periodismo digital le daría la vuelta a la pirámide invertida por otras razones. Que se resumen en dos conquistas de la modernidad: el anzuelo o clickbait y el muro de pago o paywall, en inglés para que se entienda. Es decir que el titular debe insinuar que contiene más de lo que en verdad contiene (clickbait) y que la información pura y dura debe quedar por debajo del muro de pago que está sólo al alcance de aquel que paga por ella (paywall).
Abajo, donde antes iban los detalles, ahora está lo principal. Y donde antes iba lo principal ahora van las pestañas postizas. Cuando querrá el Dios del cielo que la tortilla se vuelva, cantaba el tomate. La tortilla todavía no, pero la pirámide invertida ya estaría.