Oh, caminante, me temo que nunca llegarás a La Meca
EL MATRIMONIO es una institución narrativa, escribe Javier Marías en Corazón tan blanco y lo recuerda su viuda, Carme López Mercader, en el libro que escribió tras la muerte del novelista madrileño, Duelo sin brújula. Se suele escuchar decir que los hombres hablan poco a sus mujeres o que derechamente no les hablan. Aunque, como bien apunta Ignacio Echeverría, en la pareja estable el otro se convierte en recipiente del relato que cada uno hace de sí mismo.
Por mi parte puedo añadir que cuando niño dormía un día a la semana en la casa de mis abuelos. Mi dormitorio estaba junto al de ellos, despertaba temprano y los escuchaba hablar de sus cosas. Era reconfortante oír sus voces al calor de las sábanas pasando revista a los asuntos del día, del anterior y del que despuntaba. Ya luego al correr de las horas me fijaba que entre ellos casi no hablaban. Y para qué, si ya se lo habían dicho todo por la mañana. Cualquiera que sólo viera esa parte de sus vidas concluiría que eran otro ejemplo de la incomunicación en la pareja. Y de eso, nada. La interacción era fluida, sólo que como decía Watzlawick, la comunicación tiene su propia puntuación en la secuencia de los hechos.
Otra frase que me ha llamado la atención en este libro es esta que le dice una amiga a la autora cuando esta cree que avanza en el camino de dejar atrás el dolor del duelo, y no: «Oh, caminante, me temo que nunca llegarás a La Meca, porque el camino que sigues conduce al Turkestán». Parece un adagio viejo como el mundo y sin embargo puesta por escrito no existía antes de este libro. Es muy buena también porque los adagios sobre el tema del caminante y el camino tienden al optimismo y al pensamiento positivo, por eso de que caminante no hay camino y todos los caminos llevan a Roma, como si para llegar a un lugar bastase con echarse a andar, anda que sí.
Y no, caminante, amigo, nunca llegarás a La Meca si el camino que sigues conduce al Turkestán. Qué vete a saber dónde queda.
Es precioso este libro sobre el dolor de la ausencia y la presencia espectral de quien se ha querido y ya no está. «Mi espíritu está dentro de ti como el tuyo en mí», dice un indio anciano y, más allá de cualquier tópico, es difícil decir mejor qué es el amor. El amor constante, más allá de la muerte.
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Duelo sin brújula cierra con su publicación la editorial Libros del Reino de Redonda, fundada por Marías en el año 2000. La editorial, que publicó traducciones de Stevenson, Auden o Yeats, entre otras 43 ediciones, se convierte ahora en la Fundación Javier Marías para la investigación del impacto neurológico del SDRA, el síndrome del que murió el escritor, acción a la que se destinan los beneficios de este libro. Desde el blog de Javier Marías, que continúa existiendo porque no lo llevaba él, se pueden leer unas cuantas buenas reseñas. Destaco esta de José Antonio Montano, que me parece ejemplar.