El abrazo

 


EN el Sevilla-Barcelona de ayer hubo un momento sobre el que vale la pena volver. Cuando Fermín López marcó el segundo gol del Barça lo celebró con sus compañeros como es habitual y luego de pronto pareció recordar algo y corrió hacia el borde del campo para darle un abrazo a su entrenador. 

Se conoce que había pensado que si marcaba lo haría (y buscó el gol con ahínco durante todo el partido) pero luego cuando lo consiguió se dejó sumergir por las emociones de la celebración y a punto estuvo de olvidarlo. Se acordó a tiempo sin embargo y su gesto está hoy en las portadas.

A menudo se lo llama deporte de alta competición para justificar los dedos en el ojo, los codazos a destajo y las patadas a mansalva. A veces en cambio un chaval bendecido por la gracia se sale de los márgenes y no se olvida de ser agradecido.

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