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Mostrando entradas de mayo, 2024

El tiempo y unos altramuces

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EN los tiempos del Nickjournal, allá por el año de la pera, destacaban en ese sitio quienes escribían con nombres breves como M, AS o Tse, cuanto más breves mejor. M ahora escribe en El País , Tse escribe a veces en El Mundo y AS, que resultó llamarse José Antonio Montano, escribe en The Objective . Si hablo del Nickjournal es porque este libro de Montano recopila una selección de sus columnas desde esa época hasta el presente, un periodo de veinte años en el que ha escrito en varios medios. El tiempo protagoniza estas columnas. El tiempo, su materialidad, sus figuraciones. Se trata de un protagonismo paradójico porque a la vez que se presenta el tiempo se escurre y nos esquiva. El columnista lo coge por los cuernos sin embargo, como hace el forcado con el toro en la corrida portuguesa, y lo despliega sobre la arena, así sea esquivo, escurridizo y escamoteado. Allí está, allí se queda. 2004 fue el año de la masacre de Atocha, una herida  abierta  para siempre. 2017 y los precedentes

El abrazo

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  EN el Sevilla-Barcelona de ayer hubo un momento sobre el que vale la pena volver. Cuando Fermín López marcó el segundo gol del Barça lo celebró con sus compañeros como es habitual y luego de pronto pareció recordar algo y corrió hacia el borde del campo para darle un abrazo a su entrenador.  Se conoce que había pensado que si marcaba lo haría (y buscó el gol con ahínco durante todo el partido) pero luego cuando lo consiguió se dejó sumergir por las emociones de la celebración y a punto estuvo de olvidarlo. Se acordó a tiempo sin embargo y su gesto está hoy en las portadas. A menudo se lo llama deporte de alta competición para justificar los dedos en el ojo, los codazos a destajo y las patadas a mansalva. A veces en cambio un chaval bendecido por la gracia se sale de los márgenes y no se olvida de ser agradecido.

El incomido

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PUEDE SER que al origen de esta novela estén estos versos de Borges, extraídos de su  Fundación mítica de Buenos Aires : Pensando bien la cosa, supondremos que el río  era azulejo entonces como oriundo del cielo  con su estrellita roja para marcar el sitio  en que ayunó Juan Díaz y los indios comieron.  Esto porque El Entenado cuenta la historia de un recién desembarcado, como Díaz, al que, tras comerse a su capitán y a sus compañeros en guisa de bienvenida,  los indios  no se comieron. Por qué no se lo comieron los indios lo explica el incomido al final de la aventura, aunque su respuesta quede sujeta a interpretaciones.  Los argentinos llaman a Juan Díaz de Solís «el comido» y, como Saer no tiene a bien dar un nombre al entenado, bien podríamos llamarlo no sé si el incomido o el ayunado. Porque, ¿cuál es el antónimo de comido?  El entenado no ayunó, como Juan Díaz, sino que fue ayunado. A partir de esta circunstancia, Saer elabora una metafísica de la antropofagia, es decir que vien

Si vas a París te recomiendo la torre Eiffel

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  BÁRBARA MINGO ha escrito este libro precioso.  En su comentario , Montano subraya la dificultad de comentarlo puesto que «lo mejor que se puede escribir sobre el libro va en el libro: es el prólogo de Daniel Gascón». Con todo, añade que «la escritura es ligera y libre, precisa, cantarina, saltarina, ¡con humor! Transcurre con un talento despreocupado que suscita complicidad. La alegría tan delicada que produce su lectura (una alegría que se roza con la melancolía) tiene un efecto celebratorio de este mundo raro».  En el citado prólogo del libro, Gascón dice por su parte que su autora es «emocionante sin ser cursi, mística sin monsergas, natural y misteriosa: es una poeta panteísta y una humorista. Al leerla, al entrar en su longitud de onda, la realidad se vuelve más intensa, se ilumina».  Y ahora que los he citado a ambos me doy cuenta de que la dificultad a la que alude Montano la tengo yo por partida doble. A ver si puedo salvarla poniendo dos o tres citas tomadas de sus páginas,